12 abr 2012

LO QUE EL CORAZÓN QUIERE, LA MENTE SE LO MUESTRA”

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 “Lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son  nuestros pensamientos los  que en gran medida han  creado y crean continuamente  nuestro mundo.”
Entrevista que  la periodista Ima Sanchis, del diario  español La Vanguardia, realizó al Dr.  Mario Alonso Puig, quien es Médico Especialista  en Cirugía General y del Aparato Digestivo,  miembro de la Harvard University Medical  School, de la New York Academy of  Sciences y de la Asociación Americana  para el Avance de la Ciencia.


-  Nací (1955) y vivo  en Madrid. Estoy casado  y tengo tres hijos.   Soy católico. Soy  cirujano general y del  aparato digestivo en  el Hospital de Madrid.  Hay que ejercitar y  desarrollar la flexibilidad  y la tolerancia.   Se puede ser muy  firme con las conductas  y amable con las  personas.


-  Hoy sabemos que la  confianza en uno mismo,  el entusiasmo y la  ilusión tienen la capacidad  de favorecer las funciones  superiores del cerebro.


La  zona prefrontal del  cerebro, el lugar donde  tiene lugar el   pensamiento más avanzado,  donde se inventa nuestro  futuro, donde valoramos  alternativas y estrategias  para solucionar los  problemas y tomar decisiones,  está tremendamente influida  por el sistema límbico,  que es nuestro cerebro  emocional.


Por  eso, lo que el  corazón quiere sentir,  la mente se lo  acaba mostrando.  Hay  que entrenar esa mente.


-  Más de 25 años ejerciendo de cirujano.   ¿Conclusión?

 
-  Puedo atestiguar que  una persona ilusionada,  comprometida y que confía  en sí misma, puede  ir mucho más allá  de lo que cabría  esperar por su trayectoria.

- ¿Psiconeuroinmunobiología?


-  Sí, es la ciencia  que estudia la conexión  que existe entre el  pensamiento, la palabra,  la mentalidad y la  fisiología del ser  humano. Una conexión  que desafía el paradigma  tradicional.


El  pensamiento y la palabra  son una forma de  energía vital que tiene  la capacidad (y ha  sido demostrado de forma  sostenible), de interactuar  con el organismo y  producir cambios físicos  muy profundos.


-  ¿De qué se trata?

  -  Se ha demostrado en  diversos estudios que  un minuto entreteniendo  un pensamiento negativo,  deja el sistema inmunitario  en una situación delicada  durante seis horas.   El estrés, esa  sensación de agobio  permanente, produce cambios  muy sorprendentes en  el funcionamiento del  cerebro y en la  constelación hormonal.

- ¿Qué  tipo de cambios?


-  Tiene la capacidad de  lesionar neuronas de  la memoria y del  aprendizaje localizadas en  el hipocampo.  Y  afecta a nuestra capacidad  intelectual porque deja  sin riego sanguíneo  aquellas zonas del cerebro  más necesarias para  tomar decisiones adecuadas.


- ¿Tenemos  recursos para combatir al enemigo interior,  o eso es cosa de sabios?

 

-  Un valioso recurso contra  la preocupación es  llevar la atención  a la respiración abdominal,  que tiene por sí  sola la capacidad de  producir cambios en  el cerebro. Favorece  la secreción de hormonas  como la serotonina y  la endorfina y mejora  la sintonía de ritmos  cerebrales entre los  dos hemisferios.


- ¿Cambiar  la mente a través del cuerpo?

 - Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

- ¿Dice  que no hay que ser razonable?

  -  Siempre encontraremos razones  para justificar nuestro  mal humor, estrés o  tristeza, y esa es  una línea determinada  de pensamiento.  Pero  cuando nos basamos en  cómo queremos vivir,  por ejemplo sin tristeza,  aparece otra línea.   Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

- Exagera.

  -  Cuando nuestro cerebro  da un significado a  algo, nosotros lo vivimos  como la absoluta realidad,  sin ser conscientes  de que sólo es  una interpretación de  la realidad.

- Más recursos...

  -  La palabra es una  forma de energía vital.   Se ha podido fotografiar  con tomografía de emisión  de positrones, cómo  las personas que decidieron  hablarse a sí mismas  de una manera más  positiva, específicamente  personas con trastornos  psiquiátricos, consiguieron  remodelar físicamente su  estructura cerebral, precisamente  los circuitos que les  generaban estas enfermedades.

- ¿Podemos  cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?


-  Santiago Ramón y Cajal,  premio Nobel de Medicina  en 1906, dijo una  frase tremendamente potente  que en su momento  pensamos que era metafórica.  Ahora sabemos que es  literal: "Todo ser  humano, si se lo  propone, puede ser escultor  de su propio cerebro".


- ¿Seguro  que no exagera?


-  No.  Según cómo  nos hablamos a nosotros  mismos, moldeamos nuestras  emociones que cambian  nuestras percepciones. La  transformación del observador  (nosotros) altera el  proceso observado. No  vemos el mundo que  es, vemos el mundo  que somos.


- ¿Hablamos  de filosofía o de ciencia?

 
- Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales.

Científicos  de Harvard han demostrado  que cuando la persona  consigue reducir esa  cacofonía interior y  entrar en el silencio,  las migrañas y el  dolor coronario pueden  reducirse un 80%.


- ¿Cuál  es el efecto de las palabras no dichas? 


-  Solemos confundir nuestros  puntos de vista con  la verdad, y eso  se transmite: la percepción  va más allá de  la razón.


Según  estudios de Albert Merhabian,  de la Universidad de  California (UCLA), el  93% del impacto de  una comunicación va  por debajo de la  conciencia.


-  ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar? 


-  El miedo nos impide  salir de la zona  de confort, tendemos  a la seguridad de  lo conocido, y esa  actitud nos impide realizarnos.  Para crecer hay que  salir de esa zona.


-  La mayor parte de  los actos de nuestra  vida se rigen por  el inconsciente.  Reaccionamos  según unos automatismos  que hemos ido incorporando.  Pensamos que la espontaneidad  es un valor; pero  para que haya espontaneidad  primero ha de haber  preparación, si no,  sólo hay automatismos.   Cada vez estoy  más convencido del  poder que tiene el  entrenamiento de la  mente.


- Deme alguna  pista.

 

-  Cambie hábitos de pensamiento  y entrene su integridad  honrando su propia palabra. 


Cuando  decimos "voy a  hacer esto" y no  lo hacemos, alteramos  físicamente nuestro cerebro.


El  mayor potencial es la  conciencia.


- Ver lo  que hay y aceptarlo.


-  Si nos aceptamos por  lo que somos y  por lo que no somos,  podemos cambiar.  Lo  que se resiste persiste.   La aceptación es  el núcleo de la  transformación.


Como  dijo Salomón:


“El corazón alegre constituye buen remedio


y  hace que el rostro  sea hermoso;


pero  el espíritu triste  seca los huesos”

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