Un sueño incomprensible que no cesa
una estrella fugaz presa en tu cielo,
una razón para el camino…
Solo el río del olvido alguna vez,
o quizás el dolor…pero he de lograr arrancar
de mis versos, tantas noches
de momentos eternos, de anhelos,
de ese delito de amor que en ti cometo.
Albas de mis madrugadas
empapada entre pétalos rojos que florecen y emanan…
un blues suena, me mece, me lleva,
retornando enfurecido contra el viento,
palabras que claman, que sienten…que aman.
Quédate en este cielo sobre la yerba del mundo,
contempla conmigo los amaneceres por venir…
mecidos en el aroma de este volcán en llamas.
Detrás de los visillos, como promesa esquiva
cruzas ante mis ojos como una sombra
y en ella quedo presa…
Me aferro a tu recuerdo y sigo viviendo
en ese fuego insistente de tu anhelo,
entre la suavidad caliente
de unas sábanas blancas
mientras tus manos nerviosas
desnudan mi piel…dejan invisibles marcas
de ese sabor agridulce que guardan mis labios.
Lágrimas, emociones…
llenas de ti, de mí, lágrimas para quererte
secarlas con sentimientos.
Te volví a llamar y tu silencio… dolió...
hambre de ti, de tus besos, añoranzas de ausencia,
el corazón golpea empujándome hacia ti,
hacia ese amor sin excusas, a tus besos
sembrando fuego y ganas,
todo mío, toda tuya, sin fronteras, delinquiendo.
Te quiero con amor ilimitado, con hambre desatado…
Quédate…quédate
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