16 may 2012

ORACIÓN A TU CUERPO

Qué mayor letargo antagónico
y agonizante que se clava fuertemente
en la supura de un diluvio,
en la noche callada de su muerte tardía.

Qué mayor desespero ahogado
cuando me siento llegar al inicio
de la vida al saborear
la tempestad de tu cuerpo.

Qué mayor anhelo encontrado
e intranquilo; calcinando de a poco
la fragua deshecha por ese calor inagotable
que emana de ti como un eterno descanso
que no necesita la tumba; necesita tu cuerpo.

Qué mayor sacrilegio
que la misa blanca del pudor extendido
por la cordura de un credo irrepetible
que pronuncias entre velas de amor ardiente,
entre altares maculados por el deseo de ser redimido
por el ángel de tu pasión
para que guarde en mí la misma esperanza plena
de ser clavado en la cruz de tus orgasmos.

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