Con un vestidito verde,
un collar de plastilina,
unos zapatos de nuez,
y un lazo de seda fina.
Salta la ratoncita
entre potas, platos,
cubiertos, quesos
y barriguitas.
Levanta sus ojos
para mirar de lado
el montón de comida
que hay en sus manos.
No sabe muy bien
qué va a hacer,
si pegar un mordisco
dos o tres....
Cuando ya está convencida
sale del aire una escoba
que en el trasero sonora
¡le hace un dolor infernal!.
Entonces presurosa
mueve su cola de rosas,
y girando como las olas,
de un salto sin igual,
dirige su cuerpo mancado
hacia su triste hogar.
Ahora se pasa los días
queriendo comer y soñar
y soñando que come sueña,
que es mejor comer y soñar.
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